Alimentación y cambio climático

Publicado por Verónica García en

Esta semana celebramos el día internacional contra el cambio climático.

Ya no podemos obviar que el sistema alimentario globalizado y nuestro consumo diario tiene un papel muy importante en el cambio climático.

En la actualidad, nos enfrentamos a un reto formidable, alimentar a una población mundial creciente, en un planeta finito, acosado por la actual crisis de los sistemas alimentarios, de salud y la crisis climática.

De este cambio global, plasmado en la pérdida de biodiversidad, el clima cambiante, la crisis sanitaria o la sobre explotación y contaminación de los recursos naturales, es en parte responsable el sistema alimentario actual. Nuestro modelo alimentario es causante, a nivel mundial, de un 60% de la pérdida de biodiversidad (lo que nos hará imposible lograr la Meta de Aichi, de frenar dicha pérdida para 2020); de que el 90% de las razas autóctonas y gran parte de los cultivos locales estén en riesgo de desaparición; de la emisión de un tercio de las emisiones de gases efecto invernadero; del consumo a nivel mundial del 60% del agua dulce. Y parece que también en parte de la crisis sanitaria actual.

Además, hablamos de un sistema injusto, ya que se producen alimentos para 12.000 millones de personas, y se pierden un tercio en diferentes etapas de la cadena de producción, transporte, distribución y consumo (FAO 2013). Sin embargo hoy en día más de 800 millones de personas padecen hambre en el mundo, 2000 millones sufren hambre oculta y, a la par, crece el número de gente con sobrepeso y obesidad. Se está incluso llegando a traspasar una doble frontera: la de personas obesas y malnutridas a la vez.

A pesar de nuestro compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en especial el 2, dedicado a erradicar el hambre en el mundo, un tercio de los alimentos se tiran a la basura; se podrían alimentar más de 400 millones de personas anualmente con los alimentos que se dedican a producir agrocombustibles y el 80% de la superficie agraria mundial se destina a alimentar a la cabaña ganadera. Esto último en gran parte para satisfacer el sobreconsumo de carne en los países industrializados, donde desoyendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, ingerimos un 70% más de proteína animal de la que aconseja una dieta sana. Y el consiguiente gasto sanitario para tratamiento de enfermedades relacionadas con una alimentación inadecuada –diabetes, enfermedades coronarias, etc.-, estimado entre un 1-1,5% de los presupuestos de salud en la Unión Europea (UE).

En definitiva, la forma en que producimos, elaboramos, distribuimos y consumimos alimentos es en gran parte responsable de que se hayan traspasado 4 de los 9 límites planetarios, que aseguran nuestra vida en la Tierra.

O, lo que es lo mismo, si seguimos demandando recursos, a esta velocidad, de la naturaleza, en 2050 necesitaremos 2,7 planetas para abastecernos. Y no hay planeta B.


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