Hacia la Estrategia Alimentaria de Valladolid: primeros debates

Durante el mandato de Miguel Iscar como alcalde de Valladolid, se levantaron en Valladolid a finales del siglo XIX tres mercados municipales: los del Campillo, Portugalete y el Val. Tres impresionantes obras, las pioneras de la arquitectura del hierro en España, con las que la administración municipal quiso poner en condiciones dignas y saludables el abastecimiento alimentario de la ciudad. De esos tres mercados solo queda en pie el Mercado del Val, que comenzó su vida poniendo hace décadas en las mesas vallisoletanas los productos de las cercanas huertas de Tudela, Simancas o Laguna de Duero.

El jueves 13 de julio de este año, ciento treinta y cinco años después, este mismo mercado remozado hace apenas unos meses, acogió la primera reunión del grupo de trabajo constituido para elaborar la Estrategia Alimentaria Local de Valladolid, con un objetivo similar al que vio nacer al Val hace más de un siglo: reconectar a los consumidores con los productores locales para hacer más sostenible y justo el sistema alimentario local.

Era una tarde calurosa, y un espacio que ciertamente Joaquín Ruiz Sierra, el arquitecto que levantó este hermoso ‘mecano’ no ideó para reuniones de trabajo.  Pero fue el escenario perfecto para traer al centro de la ciudad la preocupación por los efectos de una alimentación cada vez más globalizada, y una huerta vallisoletana que languidece bajo el asfalto y el hormigón.

Cerca de dos docenas de personas, una veintena larga de miradas distintas se dieron cita para reflexionar sobre las posibilidades de ‘sostenibilizar’ el sistema alimentario de la ciudad: productores agroecológicos locales, consumidoras, personal de las administraciones públicas, usuarios de comedores colectivos, distribuidores, tenderas, científicos y expertas se dieron cita para arrancar el proceso de redacción de la Estrategia, el documento que debe dar pistas para avanzar justamente en ese sentido de la relocalización de la cadena alimentaria en el entorno de la ciudad.

Apenas son los primeros pasos; tan solo ha dado tiempo para escucharse y plantear dudas sobre el coste ambiental de la cadena alimentaria a la ciudad, gracias al avance del estudio sobre el metabolismo de la cadena alimentaria de la ciudad que presentó el Grupo de Investigación de Energía, Economía y Dinámica de Sistemas de la Universidad de Valladolid. Pero un primer encuentro que ha servido para detectar la sintonía de muchas personas con una mirada parecida sobre la alimentación de nuestra ciudad: su transformación hacia algo más sostenible y justo es complejísimo, pero es una tarea que merece la pena intentar.

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